Mundo interior. Una propuesta para la paz
Hay quién utiliza drogas como billete de salida y hay quién las utiliza para romper el billete del viaje hacia la cueva donde personas sesudas, en algunos casos, y otras que no, en otros, acumulan sus vergüenzas y el sutil gesto de su belleza quebrada.
Me fascina, hasta la dicha, el mundo interior, no el mío, el de otras almas. Reconozco mi desliz: no leo a Paolo Coelho, ni libros de autoayuda, no pienso en esas cosas, no me gustan, no las necesito, no las práctico, me da la risa y, tal vez, por eso, el mío está hecho añicos y viejo. Es triste reconocer que cada vez que abro el cajón de mis vergüenzas, el alma se desploma hacia mi cueva de Montesinos, mi celda de Segismundo, mi tragedia de Eurípides, mis diez plagas de Egipto, mi séptimo círculo de Dante, mis siete calzoncillos rotos, mi mundo interior. No tengo ni unos malditos abanderado clásicos, tipo slip, que ponerme. Y eso es lo que hay.
Hay un hombre que lo ha dado todo por el mundo interior, y ya que en estos días se conceden los premios Nóbel, me gustaría desde este humilde rincón, proponer al jurado de tan distinguido premio que tengan a bien aceptar la propuesta de mi venerado Andrés Sardá que tanto ha hecho, hace y, espero, hará por elevar la belleza del mundo interior de ellas, no de todas, las que sea, ellas, haciendo de lo humano , lo divino, de lo divino el fuego y, entre las llamas, la Paz. Espero que tengan a bien aceptar esta propuesta para la categoría de los nobel de la Paz.
Dios te bendiga, Andrés Sardá.