En lo invisible de la realidad ciertos elementos se mueven con notable éxito llegando a conquistarla y transformarla.
Ciertas creaciones humanas se encuentran impregnadas de lo invisible, la ficción y la realidad. Esas ficciones son creaciones recubiertas de marketing, de ciencia, de fe, de ideología o un poco de todas, a la vez, hasta alcanzar pasar a pertenecer al mundo de la verdad. De esta forma lo que en principio es mentira o una ficción se transforma en verdad. Así, por ejemplo, un documento de ficción antiguo puede llegar a ser utilizado como una verdad incuestionable o suprema, pensarán en la religión; pero también sucede, por poner un ejemplo, lo que apunta U. Eco en El Cementerio de Praga, donde un documento falso será utilizado con el paso del tiempo como una verdad para el aislamiento y posterior asesinato sistemático de millones de judíos.
Hay mucha ficción que pasa por real. Algunas de estas pueden resultar muy peligrosas justo en el momento en que se descubre la ficción.
El conocimiento científico ha ayudado en gran medida a discernir lo falso de lo verdadero, lo contrastable de lo incuestionable. La sociedad supone o da garantías a las personas que se encargan de ello pero, a veces, fallan, por incompetencia, por interés, por avaricia o por todas a la vez. Y sucede que, a veces, la realidad no puede soportar o asumir algunas de esas ficciones.
Si Usted coloca una central nuclear a nivel del mar en una zona de alto riesgo símico lo más probable es que un día la realidad rompa esa ficción. El 11 de marzo pasado un enorme terremoto de magnitud 9 frente a la costa de Japón provocó un tsunami que, en ciertas zonas de la costa norte llegó a medir 39m. La pregunta que nos hacemos algunos es qué hacía una central nuclear a nivel del mar. El colapso de la central provocó la fisión del núcleo de, al menos, uno de los reactores. Las consecuencias de la tragedia se apreciarán en forma de limpios datos epidemiológicos en los próximos 50 años. La realidad también conquista a la ficción.
La gran mentira de los bonos basura, la gloria de la que se han cubierto los economistas, las agencias de calificación, los dirigentes de Cajas y bancos, los políticos en sus medias verdades, la sociedad en toda su extensión anestesiada y corrompida en la mentira de la riqueza, de la abundancia, de la apariencia no se soportaba. Ahora le toca el turno a la realidad pasarnos la factura y lo hará. En la medida en que tengamos el valor suficiente de asumirlo, de esforzarnos y de ser imaginativos, lo supuraremos; en la medida en que sigamos poniendo parches y mirando para otro lado seguiremos hundiéndonos.