Aunque la veas, no es la palabra que está escrita en la pared recién pintada. No es la palabra que tienes en la punta de la lengua, esa de la que no hay noticias en la necesidad, y siempre llega tarde o nunca: lo sentimos, la reunión ha finalizado, y la calle sigue a oscuras. Esa palabra, no es la palabra que encontraste en el diccionario, vuelve a buscarla y dile, no tienes ni idea diccionario. El diccionario, sólo tiene palabras de esa palabra, no sabe lo qué es, está borracho de sabiduría.
Tal vez la palabra está escondida detrás de la estantería, o, tal vez, la palabra está dentro la pared del cuarto que has pintado cien veces, búscala entre los colores, con tus propias uñas rasca todos los colores de ayer, las fotografías, los libros, en el diario que nunca escribiste. No desesperes, puede que esté en la pared donde habitan las cucarachas, las cucarachas se lo comen todo, las cucarachas se han comido esa palabra, sumérgete en la pared, date un festín y cómete todas la cucarachas una a una, date tiempo antes de vomitar y buscar entre los deshechos, esa palabra.
Paseas a la orillita del mar con la ciudad ardiendo de fondo, se te ve mala cara, has destrozado tu casa, has quemado la ciudad, hiciste una excursión por las alcantarillas, te comiste todas las ratas y no has encontrado esa palabra… que huele a su olor, acaricia y duele con su mirada, sonríe, te hunde y eleva a la vez, tiene voz, su voz, pausas y… silencio, sobre todo, silencio. No es la palabra. Esa palabra no es la palabra.
“Pero el amor, esa palabra…”, Rayuela, J.Cortázar.